Nota comunicacional sobre las claves para evitar el desarrollo de micotoxinas en las nueces
Entre las iniciativas se encuentra PRIMACIA - Programa Integrado de Monitoreo y Análisis para la Calidad e Inocuidad Alimentaria - plataforma de gestión que nace a partir de un proyecto FIA con respaldo institucional de ACHIPIA.
La potencial presencia de micotoxinas en las partidas de nueces es un tema que, sin duda, preocupa cada vez más a los productores nacionales, especialmente después que en 2017 se detectara la presencia de estos patógenos en envasados de café y merquén.
Y es que el consumo de estos agentes puede resultar tremendamente perjudicial para la salud de las personas, las cuales incluso pueden terminar sufriendo de cáncer. Pese a que a la fecha no se ha presentado ningún caso que afecte directamente a las nueces chilenas —tanto en el mercado interno como en el exterior—, en el sector comentan que de igual forma se han tomado algunas medidas, sobre todo en lo que respecta a la entrega de información a los productores, que aparecen como una pieza clave en este tema.
Según diversos estudios internacionales, en las nueces se pueden encontrar dos micotoxinas: la Aflatoxina B1 y la Ocratoxina A, las cuales son incoloras, inodoras y se caracterizan por no perder toxicidad luego de la cocción o pasteurización de los alimentos. Es justamente esto lo que las hace tan peligrosas.
Mientras la Ocratoxina A es metabolizada por Aspergillus ochraceus y Penicillium viridicatum, la Aflatoxina B1 es producida por Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus. Cabe destacar que estos cuatro hongos se encuentran en abundancia en el ambiente.
Consciente de esta situación, en 2016 el Laboratorio de Toxicología de la Universidad de Chile, comenzó a desarrollar el Programa Integrado de Monitoreo y Análisis para la Calidad e Inocuidad Alimentaria (PRIMACIA) aplicado a frutos secos, cuyo principal objetivo era detectar de manera precisa la presencia de estos patógenos en la fruta.
Esta iniciativa, que contó con la colaboración de Chilenut y la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), contempla la realización de estudios toxicológicos y el uso de métodos analíticos HPLC/FL (cromatografía líquida de alta resolución), los cuales permiten realizar una detección más certera tanto de Aflatoxina B1 como de Ocratoxina A.
“Si un productor desea saber si sus nueces presentan alguna de estas micotoxinas, puede dirigirse a Chilenut y solicitar su derivación al programa PRIMICIA o acercarse directamente a las dependencias del laboratorio”, afirma Américo López Rivera, director del Laboratorio de Toxicología de la Universidad de Chile y miembro del equipo que desarrolló PRIMACIA.
Desde PRIMICIA comentan que otro de los objetivos de este programa es crear un manual y un protocolo unificado para este tipo de manejos, tal como lo hace la Unión Europea (UE).
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Fuente: El Mercurio