El uso de biofertilizantes podría reducir costos de producción en el cultivo de hortalizas
A la Hacienda Venus en Pan de Azúcar llegaron más de cincuenta agricultores interesados en conocer algunos de los resultados obtenidos durante los dos años del proyecto “Desarrollo de tecnologías orgánicas a base de microorganismos nativos para potenciar el sector hortícola en zonas áridas de Chile”, que buscaba identificar y caracterizar biopromotores nativos, adaptados a los suelos agrícolas de zonas áridas para el desarrollo vegetal.
La iniciativa encabezada por la investigadora CEAZA, Dra. Alexandra Stoll y financiada por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de Coquimbo, tuvo por objetivo utilizar microorganismos en cultivos de interés económico, con el fin de diseñar bioproductos que impulsen el desarrollo de nuevas tecnologías destinadas a disminuir la adición de agroquímicos como mínimo en un 10% y a su vez, proponer un adecuado manejo medioambiental.
“Estamos buscando alternativas para la agricultura tradicional con múltiples propósitos, como por ejemplo aumentar la producción en contexto de cambio climático, buscar soluciones a los problemas de fertilización y a la ocurrencia de enfermedades en las plantas”, señaló Dra. Stoll durante su presentación.
La investigadora explicó que en el suelo hay diversos elementos con los que la planta interactúa y que permiten su desarrollo. Esta interacción se da por las características químicas y biológicas que presenta el suelo. “De la interacción biológica nos interesan unos microorganismos que llamamos promotores del crecimiento vegetal. Estos interactúan de forma positiva con la planta y logran un beneficio mutuo”, asegura.
Dichos microorganismos se concentran en las puntas de las raíces, por lo tanto esta es la parte más susceptible de la planta frente a todo lo que ocurre a su alrededor. En este sentido, la experta precisó que su investigación está orientada principalmente al trabajo con las raíces de las plantas ya que “nos interesa que las plantas tengan un buen desarrollo radicular, pues este es el motor que las mueve”, afirma.
Durante se exposición la Dra. Stoll se refirió además a las características que tienen los suelos en la Región de Coquimbo y explicó por qué le interesó enfocarse en el cultivo de hortalizas. “La región a nivel nacional es bastante importante como productora de hortalizas, se encuentra ubicada dentro de los primeros cinco lugares y en términos de hectáreas utilizadas para su cultivo, la lechuga es la que lidera con mayor porcentaje de terreno”.
Asimismo comentó el interés que existe de parte del sector agrícola por disminuir algunos costos asociados a la producción de hortalizas. En esta línea señaló que, según datos obtenidos en el año 2012, una buena parte de los costos producción se va en la adquisición de insumos agrícolas, particularmente, en la compra de agroquímicos y otros elementos que deben aplicarse a los cultivos. “Estos costos van desde un cuarto hasta la mitad del costo de producción en hortalizas. Esto por supuesto genera un gran interés de reducir esos costos”, indicó.
Fidel Salinas, presidente del sindicato de pequeños agricultores de la comuna de Monte Patria relata que con su agrupación participaron en talleres donde se les mostró avances del proyecto y ejemplos exitosos en otros países. “Además nos permitió darnos cuenta que había una posibilidad de ahorrar en insumos y que los microorganismos son parte del suelo, están ahí, pero como nosotros llenamos de químicos el lugar pensando que son beneficiosos en el momento, no nos damos cuenta de las repercusiones que tiene a largo plazo, es decir, vamos dejando estériles los suelos. Por lo mismo, hoy se hace necesario que los agricultores se den cuenta de la importancia de incorporar productos que mejoren la calidad de nuestros suelos”.
Metodología de investigación
De acuerdo a lo explicado por la científica, el proceso de de investigación parte con la toma de muestras a un cultivo en campo y/o a plantas nativas de los cerros, a estas se les realizan extracciones para obtener los primeros microorganismos que serán caracterizados por los profesionales en el laboratorio. Posteriormente, se realizan ensayos a nivel bioquímico y en cámaras de crecimientos para evaluar cuál de estos microorganismos presentan características favorables para las plantas. A continuación el proceso sigue con ensayos en invernaderos y en campo donde se estudia el uso de las bacterias combinadas o solas. “Esta metodología de trabajo nos permitió obtener tres prototipos de biofertilizantes funcionales en campo”, afirmó Stoll.
Bioproductos como alternativa
La Dra. Maribel Parada en su presentación titulada “Uso de Bioproductos como alternativa viable para disminuir la contaminación”, trató el tema de los beneficios que se desprenden del uso de productos de origen biológico, “que aportan nutrientes esenciales para satisfacer las necesidades de los cultivos”, señaló.
Los fertilizantes nunca se podrán cambiar, pero con este tipo de iniciativas, se está incentivando a los pequeños y medianos agricultores a que complementen el uso de agroquímicos con alternativas más amigables con el medio ambiente, y que contribuyen a recuperar la flora bacteriana natural de la tierra que se ha ido perdiendo con el paso de los años”, sostuvo.
También se refirió a la conformación de una Red Nacional de Bioinsumos que está trabajando desde hace un tiempo en recopilar la información que hoy en Chile no existe, es decir, un registro de bioproductos que existen. También se están preocupando de estandarizar metodologías de análisis para medir los parámetros de calidad.
Colaboradores
El proyecto contó con la participación de Constanza Jana y Carlos Sierra como co-investigadores del INIA, también colaboró el investigador Jaime Bravo. El apoyo internacional lo proporcionó el Dr. Victor Olalda de Cinvestav de México. Además, se asociaron con el Ministerio de Agricultura, INDAP, la Sociedad Agrícola del Norte (SAN) y la empresa Servicios y Almácigos S.A.
Fuente: http://www.redciencia.net/