Problemas de resistencia antimicrobiana en la producción de cerdo
Los riesgos de salud pública asociados con el uso de antibióticos en la crianza de animales han incrementado la atención del tema y las regulaciones en algunos países; a consecuencia, esto ha resultado en la prohibición o la eliminación gradual de varios de sus usos en regiones tales como la Unión Europea y los Estados Unidos. La Organización Mundial de Salud (OMS), siguiendo una serie de consultas en 2000 y 2003, recomendó que a menos de que una evaluación de riesgo demostrara su seguridad, los promotores de crecimiento usados en alimentos para animales hechos con agentes antibióticos que correspondan a la misma clase usada en humanos debe ser terminada (WHO, 2000a, WHO, 2003, WHO, 2000b). En los últimos 5 años, muchos consumidores y defensores de la salud pública estadounidenses, han continuado pidiendo una reducción en el uso de antimicrobianos, citando evidencia de que existe ya sea un uso excesivo o un mal uso de estos productos.
En establecimientos médicos para humanos, como los hospitales, los especialistas en enfermedades infecciosas desde hace mucho han defendido los programas de corresponsabilidad para formalizar las restricciones en el uso de antimicrobianos, y establecer códigos de práctica ética para su uso (Dellit et al., 2007). Problemas desenfrenados con infecciones nosocomiales en unidades de cuidado intensivo de los hospitales han necesitado formalizar programas de corresponsabilidad a lo lardo de las líneas de esos desarrollados y promovidos por la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas (IDSA, por sus siglas en inglés) (Bartlett, 2011, Society for Healthcare Epidemiology of et al., 2012). Además, en su Plan de Acción Global en Resistencia Antimicrobiana 2015, la OMS ha propuesto reforzar la corresponsabilidad como señal de práctica de uso racional en consonancia con la imperativa moral de proteger la efectividad de los antimicrobianos para la agricultura animal.
No existen lineamientos formales para la “corresponsabilidad antimicrobiana” para la producción de animales para alimentos. Al examinar los aspectos de la corresponsabilidad antimicrobiana que pueden fácilmente traducirse de la medicina animal a la medicina para animales de producción, parece probable que las nuevas maneras de pensar son requeridas para lidiar con las principales diferencias en la prevención e indicaciones de control, y con imperativos morales para evitar enfermedades animales de condiciones bacterianas prevenibles. Quizás lo más importante, el riesgo implicado por bacterias resistentes a los antimicrobianos (BRA) a la salud pública cuando se propaga a través de ya sea la cadena alimenticia o el ambiente, agrega una medida métrica a la corresponsabilidad agrícola que no es comúnmente considerada en la medicina humana.
Alrededor del mundo, existe un amplio rango de políticas que gobiernan el uso de antimicrobianos. Esos factores que afectan el uso agrícola van desde restricciones legislativas y la economía de restricción de la salud y producción animal, hasta normas sociales y sentido de deber moral y confianza (McIntosh et al., 2009, Jan et al., 2012). Agregando a esta complejidad están las varias economías (monetaria, política y moral) así como los varios intereses y preocupaciones de un amplio rango de individuos y grupos que van desde el lado farmacéutico y producción agrícola, hasta el lado de defensores del consumidor y cuidado de la salud (Dean and Scott, 2005, Midgley, 2006, McIntosh et al., 2009).
Los procesos de decisiones de política menos inclusiva son poco probables que resulten en soluciones sostenibles y justificables a largo plazo. Una mezcla de enfoques reguladores y voluntarios parece más probable que puedan fomentar grandes avances en políticas de uso de antimicrobianos en las próximas décadas. Los socios del sector privado, en la forma de empresas mundiales de cadena de suministro de alimentos, puede brindar presiones de poder de compra que pueden resultar en cambios más rápidos en las prácticas de uso de antimicrobianos en agricultura.
Es importante distinguir entre dos términos: antimicrobianos, los cuales incluyen todos los compuestos derivados naturalmente (y muchos agentes sintéticos) que son activos en contra de un gran rango de microbios (desde virus hasta parásitos), y antibióticos, los cuales ellos mismos son un subconjunto de antimicrobianos, generalmente derivados de una fuente microbiana (por ejemplo, hongo bacteria) y son activos contra varias clases de bacterias. Ejemplos de antibióticos incluyen beta-lactámicos (por ejemplo, penicilinas y cefalosporinas), tetraciclinas, y macrólidos, mientras que los antimicrobianos incluyen estos compuestos, así como otros agentes tales como metales pesados (por ejemplo, cobre (Cu) y zinc (Zn)), desinfectantes comunes como compuestos de amonio cuaternario, e incluso ácido láctico, por nombrar algunos ejemplos.
En términos de costo a medio plazo, es probable que muchas de las reclamaciones de los antimicrobianos tradicionales cesen de existir como únicas herramientas de producción para los productores en los sistemas de agricultura convencional; esto es, aquellos que son usados para mejorar la ganancia de peso y la eficiencia del alimento a través de antibióticos de grado alimentico para animales, tales como las cloro-tetraciclinas y otros. Necesitamos asegurar que, si los productos son desplegados para reemplazar antibióticos, que tales alternativas no promueven involuntariamente la resistencia a los mismos.
Un número de metales pesados son usados en cantidades trazas en la producción de animales para consumo para mantener la fisiología normal y la salud de los animales. Dos de estos elementos, cobre y zinc, son con frecuencia suplementados en piensos para animales a niveles más altos que sus requerimientos fisiológicos (Hasman, 2006). La resistencia a los antimicrobianos, incluyendo metales pesados, es importante para la supervivencia de las bacterias en ambientes competitivos tales como el lumen del intestino, así como en estiércol y suelo. Entonces, existe una distintiva posibilidad de que la presión impuesta por los metales pesados, tanto la selección natural (ambiental) como la artificial (suplementación), puedan indirectamente seleccionar la resistencia en los antibióticos.
Las meta-poblaciones bacterianas expuestas a altos niveles de cobre se hacen cada vez más resistentes, y la resistencia al cobre adquirida ha sido reportada tanto en bacterias Gram positivas como Gram negativas (Brown et al., 1995, Hasman and Aarestrup, 2002). La Escherichia coli puede sobrevivir en ambientes ricos en cobre, lo cual normalmente agobia los sistemas homeostáticos cormosómicamente codificados de cobre. Nosotros hemos mostrado que los aislados de E. coli de los cerdos del criadero exhiben altos niveles de resistencia a antibióticos, con perfiles fenotípicos con diversas resistencias. El papel de la suplementación de cobre en la producción de cerdos, la resistencia de cobre entre algunas bacterias, E. coli en particular, necesitan ser más exploradas.
Por H. Morgan Scott DVM, PhD* y Raghavendra Amachawadi BVSc, PhD
Fuente CarneTec